miércoles, 25 de septiembre de 2024

El dique de contención.

Andrés Manuel López Obrador, quien está a escasos días de terminar su periodo presidencial, es un fenómeno de la política que no se había dado en 90 años (el anterior fue Lázaro Cárdenas del Río). De ese entonces a la fecha, ningún presidente había logrado una popularidad como la de Andrés Manuel. Cierto que Salinas de Gortari tuvo su momento, pero nunca como el de López Obrador.

El problema, no obstante, los avances y los muy onerosos yerros que deja su gobierno no son las oportunidades perdidas, ni los dislates económicos (cancelación del aeropuerto, tren maya, dos bocas, aduanas, aeropuerto Felipe Ángeles y demás etcéteras), ni los dislates políticos (suprema corte, guardia nacional, eliminación del seguro popular y etcéteras). No, el problema real es que él ya no va a estar, por lo menos no al frente del gobierno ni de los medios de comunicación.

López Obrador, con todos los yerros y desatinos que usted le desee agregar, se convirtió en un dique de contención para millones de personas que encontraron en él a un hombre que se interesaba por ellos. Él era uno de ellos. Uno que podía hablarle de tú a los poderosos, a los lideres de potencias extranjeras y a las grandes elites políticas y económicas del mundo. En otras palabras, un hombre que podía hacer lo que ellos no podían hacer.

A esos millones de mexicanos que lo siguen e idolatran, no les importa si miente, roba o permite que los suyos se enriquezcan. Eso es algo que dan por hecho, ya que han sido bastos los sexenios en que los políticos del PRI, PAN, PRD, PT, Verde y demás, lo han hecho. Lo que les importa es que él es el primer presidente que les hacia llegar unos recursos que ningún otro político les entrego.

Ellos no se detienen a pensar si eso que les da es mucho menos que lo que antes recibían en especie (guarderías, seguro popular, medicamentos y demás etcéteras), lo que les importa es que tienen en efectivo un dinero que les ayuda a pagar algunos mínimos que antes no podían pagar. Aunado a esto hay que considerar que es el único Presidente que hablaba con ellos todos los días.

Las mañaneras no se diseñaron para hablar con los lideres de otras potencias, ni con los inversionistas, críticos o clases altas o medias de la sociedad, se diseñaron para hablar con las clases económicas menos pudientes del pais, es decir, con esas clases que los políticos atendían solo en tiempo de elecciones. Cosa que no pasaba con López Obrador, ya que él hablaba con ellos todos los días. No les importaba si lo que decía eran mentiras o inexactitudes, lo que les importaba es que hablaba con ellos como uno de ellos.

Era el hombre que le podía cobrar facturas a esos otros hombres de poder o dinero que ninguno de ellos podría cobrar. Si el cobro era imaginario o improcedente, les tenía sin cuidado. Lo importante es que les dijera todo eso que por décadas querían decir y que no podían. Y él no solo lo hacía con un nivel de desparpajo sin igual, sino que además lo hacía en el lenguaje de ellos.

Reitero, el problema real, sin animo de desestimar todos los desatinos de su gestión (que son muchos), es que ya se va.

Los intelectuales, críticos y partidos de oposición, pensaban, erróneamente, que bastaba con demostrar que todo lo que él decía era mentira. Fatal error. No supieron leer lo que la gente veía en él. Tan grave fue la lectura que no solo arraso en el 2018, sino que se consolido en el 2024. Usted puede argumentar fraude, compra de votos, manipulación y muchas cosas más y créame, tiene razón, sin embargo, el problema no es ese.

El problema es que veían que sexenio tras sexenio le iba muy bien a ciertos segmentos del poder económico y político, pero que nada de lo que esa gente ganaba se derramaba en ellos. En otras palabras, la gente no voto por AMLO porque estuvieran ciertos de que este iba a combatir la corrupción, el nepotismo y favoritismo de sexenios anteriores. Votaron por él porque sabían que él les iba a repartir unas migajas que antes no tenían.

Votaron por él porque veían en él a uno de ellos. El que AMLO llegara al poder equivalía a que todos ellos llegaban con él.

Así, pues el problema que nos debe ocupar en este momento no son los grandes yerros económicos y políticos que está dejando y que van a demandar de más de dos generaciones de trabajo duro para salir de ellos. No, lo que nos debe preocupar es que él ya no va a estar.  

Carlos Salinas de Gortari decía que era muy fácil dejar de tener contacto con la realidad. Que todos los días al despertar lo saludaban con el toque de diana. A los cuatro años, decía Salinas de Gortari, ya sientes que te lo mereces. A los seis, lo vez como lo más natural. Ahora imagínese a un pueblo que por seis años tuvo un dialogo directo e indirecto con el Presidente, cuando por décadas sus antecesores no solo se mantuvieron alejados de ellos, sino que literalmente los ignoraban.

Ese dialogo se convirtió en un dique que contenía todas esas frustraciones acumuladas que ningún político atendió, el problema pues, es que ese dique ya no va a estar.

¿Qué va a pasar con todo ese cúmulo de frustraciones que van a empezar a salir por todo el pais, en calidad de revueltas, protestas y paros? ¿Quién los va a contener?

¿Tendrá la nueva gobernante o alguien de su equipo el carisma, la paciencia y el cariño que la gente le tenía a él?  

Lo que probablemente siga en el combés de los social, va a ser que veamos el periodo de López Obrador como un sexenio de paz y certidumbre. Todo indica que lo que viene en lo social va a ser tan oneroso como lo que viene en lo político y económico.

Esperemos que mi lectura sea errónea y que todo salga bien…Nos leemos en el siguiente artículo.    

martes, 3 de septiembre de 2024

México: posibles y lamentables escenarios.

Nosotros descendemos de cobardes. Los valientes y los osados llegaron al cementerio antes que los cobardes, por lo que tuvieron más tiempo para reproducirse. A los valientes los vemos en los libros de historia, pero lo más probable es que hayan tenido menos oportunidades de reproducción. Así es que gracias a nuestros temerosos ancestros es que hoy tenemos en nuestra genética una mayor capacidad para identificar la adversidad que la oportunidad, lo malo que lo bueno.

Sirva esto para explicar el objetivo de este artículo, el cual no tiene otro fin más que poner en la palestra los posibles y lamentables escenarios que se ven para México. Escenarios que padecimos hace décadas y que hoy regresan con más fuerza que nunca.

Las reformas que están por aprobarse ponen en riesgo la seguridad jurídica de individuos, empresas e inversionistas, pero también ponen en riesgo la propiedad privada y el desarrollo económico de las nuevas generaciones, las cuales van a enfrentar un mercado laboral, profesional y económico seriamente disminuido.

Lo paradójico es que en este momento el 80% de nuestra facturación como pais es a nuestro vecino pais del norte. Y si bien es cierto que este no va a retirar sus bienes de capital de un día para otro, también lo es que no invertirá hasta que tenga la certeza jurídica de sus inversiones.

El país registró, en el segundo trimestre del año, una salida de 8 mil 233 millones de dólares de inversión extranjera de cartera (instrumentos de deuda y acciones en México), lo cual afecto poco, pero si perdemos la calificación de inversión por las reformas que el gobierno desea aprobar y que violan la equidad en cuanto a competencia y a la certeza jurídica de las inversiones y de la propiedad, corremos el riesgo de que los poco más de 105 mil millones de dólares que hay en este momento en inversión de cartera, salgan del país.

Ante esta eventualidad, se está analizando la posibilidad de modificar constitucionalmente la operatividad del Banco Central, lo que le permitiría al Gobierno hacer uso de las reservas para pagar los instrumentos de deuda y acciones que salgan del pais y para poder mantener los estímulos sociales que lo consoliden en el poder (pensiones, becas y demás prestaciones sociales). Cierto que las reservas no están en México, sin embargo, eso no impediría disponer de ellas.

De ocurrir esto, la moneda sufriría una fuerte devaluación (oscilando entre los 25 y 30 pesos por dólar), amén de una inflación que mermaría seriamente el nivel de vida de los mexicanos. Es importante anotar que en el sexenio que está por terminar tuvimos un decrecimiento neto del PIB del 0.5% (tenemos menos dinero del que teníamos en el 2018), sin embargo, este decrecimiento nos parecería la gloria comparado con lo que viene.

El gobierno entrante no tiene dinero en las arcas, pero si muchas obligaciones de carácter social (becas, pensiones y dadivas) y muchos compromisos pecuniarios (fuerzas armadas y marina) que no puede omitir, por las consecuencias que ello implica. El dinero lo van a sacar de dos fuentes: una nueva y mayor cantidad de impuestos y, si esto no les alcanza, de las reservas del Banco Central.

Veo factible lo primero, difícil lo segundo, pero si el gobierno entrante no llega a un acuerdo con el de sus socios comerciales para trabajar de la mano en temas que competen al TMEC, la posibilidad de que recurran a la segunda alternativa es muy alta y con ella una serio retroceso político, económico y social en el pais.

Hay quienes dicen que el fenómeno de la “relocalización” que necesita y está haciendo Estados Unidos, es lo que haría que el acuerdo comercial se sostenga, no obstante, y sin demeritar lo anterior, la realidad es que le veo poca probabilidad, ya que México es un pais que no pierde la oportunidad de perder una oportunidad, tan es así que hoy producimos un 26% menos de electricidad, agua y gas que la que producíamos en 2018 (fuente: INEGI).

Las plantas que se relocalizaran en el pais demandarían un nivel de electricidad, agua, gas y vivienda que no podemos garantizar, tanto que muchas de ellas se están instalando en Vietnam y Texas, pero no en México.

De nuevo, nada me daría más gusto que estar equivocado y espero que los próximos meses así lo demuestren.


Nos leemos en el siguiente artículo.